miércoles, 19 de octubre de 2011

Carta a las mujeres del rugby

A ti mujer, que una tarde conociste a un joven corpulento (o no), de nariz achatada pero de increíble timidez que, con su arrolladora ternura, supo ganar tu inexperto y romántico corazón con el relato de ciclópeas y viriles batallas, desarrollada invariablemente los fines de semana.
A ti, que seguramente caíste en la sutil trampa e inocente ...mente entraste en ese extraño mundo de palabras raras; que comprobaste, no sin tristeza, que las románticas batallas de los relatos eran en campos lejanos, desolados e inhóspitos; que también viste cómo tu guerrero y sus compañeros de combate, eran inclaudicables y ni el viento más frío ni la lluvia más intensa los detenía. Ellos seguían corriendo detrás de ese objeto extraño de más extraña forma, con una enjundia verdaderamente encomiable, mientras tú, siempre al costado, soportabas todo estoicamente tejiendo interminables bufandas.
A ti, que luego te casaste (o no) y entendiste que la pasión de tu héroe no se circunscribía a los fines de semana, sino que para esas batallas se entrenaba dos o tres veces por semana y luego traía sus amigos a casa, gente de aspecto distinguido, que vaciaban la heladera y se tomaban hasta el pulso, hablando irremediablemente de lo mismo.
A ti, que un día escuchaste la tan ansiada frase “no juego más” y te sentiste embriagada por un dulce e intenso sonar de campanas de felicidad en tu hermosa cabecita de pobre ilusa. Tontuela, pensaste que todo cambiaría. Pero al llegar el fin de semana viste atónita que partía nuevamente. Ahora era árbitro o entrenador de alguna olvidada división.
A ti, que con lo relatado no termina tu “Via Crucis”, porque tu héroe y la vida se encargaron de darte hijos y hoy te vemos con un pichón de guerrero, versión mejorada, porque es más tirano que el anterior y ni siquiera te permite la esperanza del divorcio, con tus hermosos ojos llenos de sueño, a horarios insólitos e inhumanos, siempre al costado de la cancha, perdiendo la poca dignidad que te restaba, desgañitándote como una posesa y con la boca y el corazón llenos del nombre del pequeño valiente, que corre alegremente por la cancha siempre detrás de ese objeto ovoide que ha signado tu vida.

Por: Pablo Pereyra
Publicado por Desde Abajo Rugby | octubre 17, 2010

3 comentarios:

  1. Creo que las mujeres de rugby somos las que lo jugamos, esto está muy bonito, pero digo yo que también habrá algún marido o novio que sienta lo mismo por su mujer, no?

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  2. La Carta es un homenaje a nuestras novias y esposas que durante años nos han acompañado en nuestra vida rugbística. No es para que nadie se ofenda ni lo tome como una cuestión pseudiscrimantoria ni peyorativa. Si tienes algún contenido sobre rugby femenino me lo puedes enviar y lo publicaré sin dudas ni demoras. Abrazo de scrum.

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  3. Gracias Ignacio. A las mujeres no se nos suele reconocer nuestros sacrificios personales que al final se convierten en la base de vuestros logros. Yo no tengo un marido "rugbero" pero a mi si me gusta el rugby. Y ojalá algún día podamos (o yo) "copiar" tu carta invirtiendo los papeles. Pero se que ese día no llegará. Mientras, apoyad a vuestras novias y mujeres al menos la mitad que ellas os apoyan a vosotros, serán felices.
    Un saludo a esta mujeres, a ti y a tus compañeros.

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