domingo, 4 de diciembre de 2011

El empuje coordinado en el Scrum


Reproducimos un artículo extraído de la página del San Isidro Club acerca del Scrum y del empuje coordinado. Quienes hacemos este blog creemos que el scrum es la mejor herramienta como punto de partida para formar un equipo de rugby desde lo humano, espiritual y estratégico.

"La Revolución del SIC:

Nuestra rica historia tiene varios hitos. Sin dudas, uno de ellos fue la llegada de Don Catamarca Ocampo. A continuación publicamos un texto de un atlético: Nicanor Gonzalez Del Solar. Vale la pena leerlo.
Hace cuarenta años, en 1969, el San Isidro Club provocó una revolución en el rugby de Buenos Aires. En realidad, sólo aplicó con convicción, fervor y disciplina un viejo concepto de utilización del scrum: el empuje coordinado, donde los ocho delanteros empujan y no utilizan al “hooker” para taconear la pelota hacia atrás, una vez que es ingresada por el medio-scrum.

Decimos “vieja idea” porque el mentor de este sistema, el entrenador Francisco “Catamarca” Ocampo, la aplicaba desde hacía mucho tiempo en otros clubes. Ocampo influyó mucho en el CASI campeón de 1954, en San Fernando, en el Club Gimnasia y Esgrima, en Pucará. También era técnico de los alumnos del Liceo Militar y de la institución de egresados.

Según me contó el hijo de “Catamarca”, Marcos Ocampo, su papá se había inspirado en un equipo legendario: los All Blacks de 1905, casi invictos en una larga gira por la Gran Bretaña. Derrotaron a Inglaterra, Irlanda, Escocia y a diferentes conjuntos regionales. En el último partido enfrentaron a Gales y fueron derrotados, aun cuando esa victoria galesa fue cuestionada porque les anularon un try a los neocelandeses, aun cuando la mayoría afirmó que había sido lícito.

Esos hombres de “Las Antípodas” tenían una forma diferente para el scrum: ponían dos pilares que empujaban; los otros delanteros formaban detrás y apuntalaban a la primera línea. La otra innovación que sorprendió a los europeos era la utilización de dos medio-scrums: uno ponía la pelota y el otro la recogía por atrás. Eso les permitía organizan ataques sin demoras.

Francisco Ocampo, un estudioso del rugby, creó el sistema del empuje coordinado que, cuando rendía, hacía retroceder a los rivales y les quitaba fuerzas. Claro, necesitaba de los hombres adecuados y… no siempre los halló, hasta que llegó a San Isidro Club, en 1969. Desde que se creó la institución de Boulogne, en 1936, había sido campeón en 1939 (con Old Georgians y Gimnasia y Esgrima), en 1941 y en 1948. Después vivió dificultades para mantenerse en Primera e, incluso, compitió en una definición para seguir en la categoría superior. Pero todo cambió a partir de 1969, cuando Ocampo provocó la revolución.

Como nunca antes, el entrenador contó con los hombres perfectos para su estrategia: Orzábal, Rocha y Alejandro Cilley en la primera línea; más otros delanteros que respondían con rigor al “empuje coordinado”. “Coco” Rocha fue el que más comprendió el sacrificio del “pilar centro”: empujar y hacer presión sobre su oponente. Lo mismo hacían los otros siete forwards: en forma coordinada, apabullaban a los contrarios cuando el hooker levantaba su pierna y pretendía taconear la pelota. ¿Qué pasó en esa década del rugby porteño? Todos los “packs” de forwards fueron apabullados y humillados por los vigorosos hombres del SIC, que siempre avanzaban y, en algunos casos, ponían de espaldas a los del otro lado.

Yo viví esa manera del jugar al rugby, aun cuando me alejé a tiempo: sólo los sufrí en 1969 porque después me retiré. En cada scrum se vivía una sensación de impotencia: cuando podía levantar el pie, tenía tan poco movimiento que empujaba la pelota hacia el otro lado de la formación. Pero lo común era estar aprisionado, con la cabeza que tocaba las rodillas. Además, retrocedíamos y no entendíamos qué pasaba. En esos tiempos “revolucionarios” del SIC apelábamos a cualquier artilugio, en el límite del reglamento, para escaparle al empuje. Se vivían momentos desconcertantes porque cundía el temor cuando el referí ordenaba un scrum.

Por supuesto, el San Isidro Club de los años ´70 era mucho más que ocho delanteros. Si bien se imponían en la formación fija, contaban con backs excelentes: Cutler, González Victorica, Matarazzo, Otaola, Mario Walter y el fenomenal Arturo Rodríguez Jurado, Puma de la primera época, capaz de rendir como centro, wing o full-back. Estos tres-cuartos aprovechaban el dominio de sus forwards en los scrums y se cansaban de apoyar tries.

Francisco Ocampo no estuvo mucho tiempo con SIC porque se murió prematuramente. Pero dejó un discípulo, un caballero del rugby: Carlos “Veco” Villegas, quien perfeccionó los conceptos del viejo maestro. Con él (y con Emilio Perasso) San Isidro Club dominó plenamente el rugby de Buenos Aires, en esos “años setenta”: fue campeón en 1970/71/72/73/77/78/79 y 1980. Asimismo, casi todos sus jugadores integraron el Seleccionado de Buenos Aires y el equipo nacional, Los Pumas. Villegas, además, entrenó al Seleccionado Argentino en 1976, cuando se viajó a la Gran Bretaña y se perdió con Gales ( el mejor de Europa en ese año) 20-19.

Después del impactó inicial, muchos clubes de nuestro país copiaron a SIC. Algunos creyeron, lamentablemente, que lo único importante era el scrum. Entonces se esforzaban en esa alternativa del rugby y se olvidaban de los pases, los lines o los reagrupamientos. No tenían en cuenta el verdadero poderío del San Isidro Club; el juego de equipo, la disciplina, la corrección y, principalmente, la calidad técnica de sus jugadores. Estas virtudes son las que, desde los míticos ´70 , han sido las bases para que el rugby de nuestra patria haya crecido tanto.

Los pasos de Ocampo, Villegas y Perasso han sido seguidos por otros hombres del SIC. Actualmente mantienen sus principios, que no desentonan con las otras variantes del deporte de los tackles: la importancia del ruck, la solidez del maul y el juego desplegado, con pases en cualquier lugar de la cancha. Por supuesto, el noble scrum jamás perdió vigencia y goza de buena salud; tanto en el San Isidro Club como en el resto del mundo del rugby.

Nicanor González del Solar".

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