miércoles, 28 de marzo de 2012

La postemporada.

Sentados donde estamos en este momento, en el hemisferio norte, estamos en tiempos de finalización de temporada. Algunos equipos tienen la suerte de estar jugando la fase más intensa de la competición y otros, en cambio, ya están pensando en la próxima temporada, quizá con algo de desazón. A los equipos que se mantienen en lo alto de las tablas de posiciones les enviamos nuestra más sincera felicitación. A los que ya no compiten les dedicamos este artículo.
Cada momento del año debe ser asumido como una etapa de oportunidad. No sólo la pretemporada debe ser dueña de nuestra ilusiones deportivas, que muchas veces vemos desaparecer después de tres partidos de liga. Si no caemos en esta idea desviada, generalmente ligada a la valoración de una temporada por partidos ganados y no por el crecimiento de los jugadores como deportistas y personas, podremos continuar nuestro trabajo como entrenadores con paz y paciencia, que son las guías de nuestro trabajo y claves del verdadero éxito, incluyendo el meramente deportivo.
Los grandes entrenadores, sin excepción, son grandes organizadores. Su capacidad de organización puede ser mayor incluso que su visión como estrategas del rugby. Esto no es un detalle menor si tenemos presente que las discusiones de tercer tiempo entre entrenadores suelen pasar por lo técnico (pocas veces) y por lo táctico y casi nunca por lo organizativo. Es por esto que les propongo que dividamos el año en tres etapas: pretemporada, temporada y postemporada.
Pretemporada: es el tiempo de preparación cercano a la competencia. Suele durar uno a dos meses aunque podríamos decir que, dependiendo del club y de cada jugador, esta etapa puede consumir hasta tres meses. Su rasgo característico es el de la preparación física.
Temporada: está claramente definida por los torneos, campeonatos o ligas a disputar. Es el momento de explotar todo lo trabajado en las otras dos etapas. Prevalece la optimización táctica del equipo.
Postemporada: etapa desconocida para más de la mitad de los entrenadores, jugadores y clubes de rugby. Su comienzo está dado por el fin de la competencia regular. Es el momento de mayor oportunidad de crecimiento de un club. Es el momento en que tanto entrenadores como jugadores pueden dedicarse al rugby en su modalidad más lúdica y social y, sobre todo, es cuando debemos corregir y aumentar las destrezas técnicas de los jugadores. Es tan importante esto que si analizamos un minuto el juego veremos que el equipo ganador a todo nivel, excepto el profesional, suele ser el equipo con mayor repertorio y calidad de destrezas en cada jugador y no el más fuerte o más ordenado tácticamente. Repito, esto, a nivel amateur.
Para finalizar, les dejo unas preguntas:
¿Corren mis jugadores con la pelota en las dos manos?
¿Pasan la pelota correctamente, respetando los factores clave de este gesto técnico? ¿Lo hacen hacia ambos lados?
¿Patean la pelota con discreta precisión?
¿Pueden mis jugadores hacer un tackle sin arriesgar su integridad física?
¿Pueden tomar contacto con un adversario sin perder la posesión?
Como decía uno de mis entrenadores hace algunos años, hay que laburar...

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